Sin eco

Se daba fuerzas mientras corría en el bosque repitiendo “ven a mí, ven a mí”. Al cabo de algunas horas, una doncella apareció tras los pinos. Ella gritaba “ahí voy, ahí voy”, pero cuando se enfrentó al rostro gélido y la mirada ausente de Narciso, la doncella huyó. Corrió hasta el lago y se arrojó sin dejar sonido. Desde entonces, Narciso sigue buscando ecos.

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